Abrí los ojos a la mañana…
incrédula por la presencia extraña que sentía en la cama…
respiré profundo… un poco nerviosa…
con un nudo en las entrañas…
aunque no era el hambre quién provocaba el ansia …
Unos ojos marrones... chispeantes…
me miraban entre atónitos y expectantes…
esperando la venia mientras una mano vacilante…
atacaba mi cuerpo entre las sábanas…
y me acercaba al calor…
Las piernas se trenzaron en un solo segundo…
jugaba el aliento con pétalos de carne al sol…
lamiendo la miel salada en recovecos del cuerpo…
deshuesados los pudores y sudores…
nos desbordó la pasión…
Y así durante las horas que siguieron…
los miembros dormidos largo tiempo se encontraron…
se encontraron y ensamblaron con milimétrica precisión…
saciando la sed y sin sueño ni hambre…
hasta que finalizó al atardecer el tórrido maratón…