muchas veces... demasiadas veces... por mil motivos... el ser humano se hunde... y cuando parece que llega al fondo... su cuerpo se vuelve como de corcho... obedece a arquímedes... y sube hasta la superficie... la velocidad de subida solo depende de cuanto lastre puedes quitarte... pero el corcho siempre... sale a flote...


Sed bienvenidos a mi humilde mundo....

jueves, 13 de enero de 2011

caminos y destinos



          El triunfo sobre la muerte es una de las más intensas sensaciones que se puedan experimentar. Se siente uno embargado por una alegría báquica tan incontenible que las lágrimas son de puro alcohol. Los colores, los olores, el tacto, los ruidos regresan renovados y sin embargo despojados de inocencia. La frase de mi revelación: <<basta con prestar atención>>, rebosaba sentido en aquel minuto de lucidez. El mundo entero que yo había triturado en el interior de mi noche a martillazos de abstracción, regresaba como una bestia caliente y viva, moviendo la cola de estrella y cometas, para lamerme la herida....

          Sobrevivía en el hastío perplejo de quien contempla un mundo destruido y ya casi ha olvidado las antiguas construcciones. En la memoria brillaban los instantes y los objetos; pero solo en la memoria. Una cierta calma, en nada parecida al sosiego, me hacia ver ahora las cosas como en un decorado. Veía los árboles recién brotados, la primera brisa templada en junio, el hormigueo de ciudadanos que corrían tras el amor y la gloria, y creía asistir a una representación dramática ejecutada para otro. Yo no formaba parte de la compañía de actores... ni era publico. Yo era una memoria sin dueño. De entre los dedos se me habían escurrido los instantes, como arena.

          Yo mismo me había expulsado de la vida que me pertenecía. No había querido vivirla, sino reducirla a un puro instante de superación que la anulara. <<Bah... no vale la pena>> esto había querido decirle yo a la vida que me correspondía, creyendo engañarla con un gesto despectivo. Recordé una escena de mi infancia. Una prima mía, mayor que yo, nos llevo al cine a los más pequeños, la tarde de Navidad. Desde las primeras imágenes me sentí poseído por una dolorosa sensación de placer total. Pero el arrebato ante los colores, la fantasía, la monstruosidad incluso de aquel pedazo de mundo invisible, era excesivo para mis fuerzas. Así que a los 5 minutos comencé a preguntarle a mi prima, con la insistencia de un perturbado, si faltaba mucho para que la cinta terminara. Cada 5 minutos repetía mi pregunta <<¿falta mucho? ¿Tu crees que va a terminar enseguida?>> a lo que mi prima contestaba cada vez con mayor impaciencia. Pero ella no comprendía la angustia asfixiante de aquel niño descubriendo, por primera vez en su vida, el placer consciente; y su desesperación porque algo tan descomunal estaba SUJETO AL TIEMPO. ¿Cómo podía terminar una cosa así? Una cosa así tenia que ser eterna O NO SER. ¿Cómo podía soportar el niño que alguien descorriera una cortinilla, le mostrara EL MUNDO INVISIBLE, y luego volviera a cerrarla? <<Ya tienes bastante>> decía el dueño de la cortinilla. Pero yo no tenia bastante...

          Nunca más tendría bastante. Yo nunca más podría aceptar que lo bueno de la vida fuera un regalo AJENO y CASUAL cuya duración estuviera en manos del dueño del cine. Yo debía RECHAZAR aquel regalo. Es decir, SUPERARLO. Aquella tarde descubrí el valor del suicidio, pero incapaz de darle contenido real, lo guardé como una simiente en mi cabeza. Allí creció como una gigantesca planta carnívora y fue devorando todos mis INSTANTES DE PLACER, hasta acabar con mi vida entera. Yo era el resultado de aquella experiencia; un cadáver consumido por el deseo de morir. No estaba muerto de un modo COMPLETO, pero había logrado matar la dependencia, la angustia que durante tantos años me había destruido interiormente como un cáncer invisible. Había suprimido la angustia, sí, pero como esos locos frenéticos a quienes se les extirpa un trozo de cerebro y quedan en un estado vegetativo o mineral.

          Ahora desde mi muerte a medio hacer, recupero los fragmentos de la tragedia. Fragmentos de cuerpos, de objetos, de pensamientos. Un mundo hecho pedazos sin orden en el teatro ruinoso de mi memoria. La visión de un idiota.

          Y como un idiota sigo viviendo en esta habitación, estupefacto ante la hoja de papel sobre la que veo aparecer signos diminutos de color negro, como gusanos; o, si levanto la mirada, perplejo ante unas toallas que cuelgan al sol para secarse. O bien, si pienso en el día de hoy, irónicamente sorprendido de que todavía viva gente en el mundo, y de que entre tantísimas personas como hay, todavía exista alguien que acuda a esta habitación a alguna hora de la tarde y me pregunte <<¿Qué tal? ¿Cómo has pasado el día?>> , a lo que yo responderé puntualmente, escrupulosamente, como si un hombre mecánico, en mi interior, tuviera las respuestas grabadas.

          Porque los muertos somos difíciles de distinguir de los vivos, y nos disimulamos en los entresijos del mundo buscando un rincón desde donde vegetar y contemplar el espectáculo que ahora sabemos (aunque demasiado tarde) que no termina nunca, QUE ES ETERNO, para todos, menos para nosotros. Como el soldado que impaciente por alcanzar a un enemigo oculto tras el horizonte no puede detenerse en las cosas que surgen a su paso, así también los muertos tendemos a un destino desconocido, sin prestar atención a lo que aparece a lo largo del camino. Y cuando hemos alcanzado ese destino, una voz burlona nos dice que nuestro destino era PRESTAR ATENCIÓN Y DESCANSAR en cada una de las minúsculas revelaciones que habían ido apareciendo a nuestro paso; cada una de las cuales, a su vez, nos aconsejaba no buscar ningún destino, ni mucho menos un destino feliz.

          Sólo de ese modo se lucha contra la asfixia y la angustia del tiempo y del dueño de la cortinilla; prestando atención a lo que se ENCUENTRA, y no tanto a lo que se BUSCA.



Hoy siento: que estoy cruzando momentos... soñando recuerdos... ordenando pedazos... retrocediendo y avanzando sin parar... sin sentido... guardando sentimientos... arañando desalientos... luchando contra el viento... enloqueciendo silencios... aturdiendo sentidos... aniquilando pensamientos... subiendo y bajando sin descansar... sin respirar... convocando demonios... quebrando aullidos... revolviendo letras... eliminando colores, sabores, olores... cortando lazos... pellizcando tormentas... aflojando suspiros... cerrando la caja... llamando al olvido
Frase: Si en la lid el destino te derriba, si todo en tu camino es cuesta arriba, si tu sonrisa es ansia insatisfecha, si hay faena excesiva y vil cosecha, si a tu caudal se anteponen diques... Date una tregua... ¡pero no claudiques!. Rudyard Kipling
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