muchas veces... demasiadas veces... por mil motivos... el ser humano se hunde... y cuando parece que llega al fondo... su cuerpo se vuelve como de corcho... obedece a arquímedes... y sube hasta la superficie... la velocidad de subida solo depende de cuanto lastre puedes quitarte... pero el corcho siempre... sale a flote...


Sed bienvenidos a mi humilde mundo....

jueves, 23 de diciembre de 2010

aprendiendo a perdonar


La Real Academia de la Lengua define Perdonar como: “Dicho de quien ha sido perjudicado por ello: Remitir la deuda, ofensa, falta, delito u otra cosa”... y de Remitir (en su 2ª acepción): “Perdonar, alzar la pena, eximir o liberar de una obligación... pero no es tan sencillo como parece... porque el perdón es el umbral que nos permite saltar por encima de los rencores y quedar libres para vivir con mayor paz y felicidad... y además según parece... de acuerdo a las investigaciones médicas... perdonar hace bien a la salud física...

Los datos indican que quienes se empeñan en no perdonar son más propensos a morir de enfermedad cardíaca que las personas que aceptan que en la vida hay malentendidos y choques con los demás cuyos efectos se pueden neutralizar. Según el psicólogo Robert Enright, de la Universidad de Wisconsin-Madison, cuando estamos “consumidos” por el rencor puede aumentar la presión sanguínea y el ritmo cardíaco. En cambio, “cuando perdonamos puede haber una disminución de la presión sanguínea”.

Otros expertos creen que el estrés producido por los rencores acumulados puede disparar o agravar problemas como dolores de cabeza y de espalda, úlceras, arrugas y debilitamiento del sistema inmunológico, con más predisposición a resfríos, gripes y otras infecciones. “No hay dudas de que aferrarse a resentimientos y pensamientos de venganza puede hacernos envejecer”, asegura el doctor Gerald Jampolsky, fundador del Centro de Curación Actitudinal, en California.

Pero pensemos bien qué es y qué no es perdonar... perdonar no significa aceptar cualquier cosa que el otro haya hecho, como el maltrato, la violencia o la deshonestidad. No es humillarse, reprimir el enojo, hacer como si no pasara nada o perdonar porque sentimos lástima –”es un tonto, no tiene remedio”–. Tampoco es convertirnos en amigos de nuestro victimario, descuidar nuestra propia seguridad o llamarlo para comunicarle nuestro cambio de actitud. El sentido común indica, por ejemplo, que podemos perdonar a un marido excesivamente gastador, pero eso no significa que le entreguemos nuestro sueldo para que lo administre.

¿Qué es, entonces, perdonar? “Es tomar la decisión de ver más allá de los límites de la personalidad de otra persona, de sus miedos, idiosincrasias, neurosis y errores, la decisión de ver una esencia pura, no condicionada por historias personales, que tiene una capacidad limitada y siempre es digna de respeto y amor”, define Robin Casarjian, psicoterapeuta. El doctor Jampolsky lo explica en términos gráficos: “Es ver la luz de la lámpara y no la pantalla”. Por su parte, el escritor Hugh Prather entiende que “el perdón no es un acto de rosado autoengaño, sino el tranquilo reconocimiento de que, bajo nuestros respectivos egos, todos somos exactamente iguales”.

¿Por qué a veces nos es tan difícil dejar de estar enojados? “Porque nos parece que obtenemos algo al aferrarnos a la rabia –dice Robin Casarjian–. Estos beneficios, llamados ganancias secundarias, suelen ser inconscientes y tienen mucho poder hasta que tomamos conciencia de ellos y descubrimos formas de reaccionar más sanas.” Hay quienes aprendieron a estar enojados como forma de adquirir más poder y dominio, cuando en el fondo se encubren sentimientos de impotencia, desilusión, inseguridad, miedo. Otras ganancias secundarias podrían ser controlar a los demás (que se sientan culpables o asustados cuando otro se enoja), evitar comunicarse en profundidad (por miedo a expresar lo que sentimos), obtener cierta seguridad o protección (ya que los demás se mantienen alejados), aferrarse a una relación con una persona (aunque haya una separación de por medio nos mantenemos ligados por el rencor), culpar al otro de lo que nos pasa”.

Una clave que destaca Casarjian para el trabajo con el perdón es ser amable con uno mismo.”Es importantísimo tomar nota de nuestros pensamientos y reacciones sin juzgarlos. Si aparecen el temor, la autocrítica o las dudas, sea amable con usted. Estos sentimientos son una parte natural del proceso de curación. En realidad, ser amable con uno mismo es un gran acto de perdón. Lo crea o no, en todo momento, usted hizo lo que podía hacer dado el grado de amor o temor que sentía.”

Algunas veces la fuente del resentimiento puede estar profundamente instalada en nuestro interior, escondida hasta de nosotros mismos. Es interesante considerar las manifestaciones de rabia, irritabilidad o agresividad propias o ajenas como un grito que pide reconocimiento, respeto, ayuda y amor. Esto puede modificar el punto de vista que tradicionalmente hemos utilizado para percibir la rabia y reaccionar.

A tener en cuenta:

1.- Es mejor elegir estar en paz que tener razón. Aferrarnos al enojo o creer que los demás siempre están equivocados no nos permite tener paz mental. El primer paso es la disposición a perdonar. Cuando reconocemos que guardar pensamientos de venganza es algo que nos hace sufrir, nos resulta más fácil tener deseos de perdonar y de olvidar el rencor pasado.

2.- Sepamos que aunque perdonemos, la otra persona no necesariamente cambiará. Sólo se trata de modificar nuestros pensamientos y actitudes.

3.- Perdonar no significa que se tenga que coincidir con la conducta del otro.

4.- El perdón eleva la autoestima y disminuye la ansiedad y la depresión.

5.- Pensar en el presente es bueno para curar las heridas emocionales. Cuando a los cuatro años un amigo nos quita nuestros juguetes juramos que lo odiaremos para siempre y que nunca más jugaremos con el; esta promesa se cumple durante diez minutos. Si estás enojado por algo que ocurrió en el pasado, pregúntate para qué te sirve el enojo hoy en día. Si no esta mejorando tu vida...

6.- Al sufrir un delito, un problema sentimental o alguna otra situación en la que uno se siente impotente, es común que se instale el resentimiento. En estas instancias muchas veces se necesita perdonarse a sí mismo, porque uno tiende a culparse por lo que se podía haber hecho y no se hizo.

7.- Cuando descubras que estás enfadado con algo o alguien piensa: ¿a quién o qué necesito perdonar? Te aliviará quitar un velo a la rabia.

Tal vez, el acto de perdonar no se trate sólo de un hecho altruista orientado hacia los demás, sino que beneficia física y emocionalmente al que perdona, porque elimina los sentimientos negativos que pueden perjudicar. Tiene un efecto boomerang que fortalece el bienestar de ambas personas.

Perdonar requiere práctica. Hay que tomar la decisión, tener el deseo, asumir el compromiso, repetirlo muchas veces para dominarlo e incorporarlo como natural........(no aparece el nombre del autor...)


Hoy Siento: que voy a empezar a ser amable conmigo misma...
Suena: ¿porqué duele querer?... los galvan
Frase: La humanidad tardará mucho o poco tiempo en saberlo, pero tarde o temprano comprenderá que así como el hombre aprende a renunciar a ciertos alimentos que lo dañan, debe también aprender a renunciar a ciertas emociones que lo perjudican... Jorge Bucay
Imagen:


No hay comentarios: